"Nothing. . . Everything. . . Nobody. . . Somebody."

Wednesday, July 4, 2007

¡Ultracensurado!


Sigue el debate sobre la censura y, aunque tenía ganas de pasar la página y hablar de Uribe y el fútbol, solamente lo sigo por la bendita columna de Augusto Álvarez Rodrich de hoy en Perú21. Hace unos días dijo que había que ser idiota para seguir siendo fujimorista. En la misma vena, retruco que hay que ser bien cojudo para leer sus palabras y no percibir una gruesa pátina de conchudez en lo que dice. Let's see:

Lo ocurrido trasluce concepciones equivocadas y peligrosas del gobierno. Una es la constatación del entendimiento frágil de las personas claves del gobierno sobre la libertad de expresión. No sorprende que Rafael Rey avale la censura. Tampoco que en el Apra predomine la vocación por el veto, dada la disciplina férrea y la escasa libertad que le otorga a sus integrantes, la cual es indispensable en un intelectual y en un artista.

Felizmente, mi estimadísimo Ocram me hizo recordar que no sólo el dibujo de los milicos fue el censurado, sino también uno que aludía a Federico Danton, o sea, a la paternidad de García. Pues bien, ingresemos al túnel del tiempo (place "efecto weird" here) y volvamos a ese octubre del 2006 cuando César Hildebrandt lanzó la bomba. ¿Recuerdan la reacción de los medios apenas publicada? Incertidumbre, temor y uyuyus varios. Casi nadie quería tocar el tema. ¿Y Peru21? Pues no, Perú21 tampoco, y tampoco lo hizo ninguno (ojo, NINGUNO) de sus colaboradores, ninguno de sus caricaturistas, ninguno de sus artistas, siempre tan agudos, rápidos, eficaces y libres. Carajo, me digo yo, qué tal coincidencia. ¿O fue una decisión a rajatabla decidida de arriba para abajo, hecha con férrea disciplina, tal como en un partido político sucedería? No había que pensar mucho: días después -creo que fue el lunes 23 de octubre del 2006- AAR escribió esa famosa columna que quedará inscrita en alguna historia de los más grandes ridículos del periodismo nacional (una columna que quizás explique su agrio tono de hoy). Recordar es volver a vivir. Esta es la hora del lonchecito:

Sobre el derecho a la privacidad y a la intimidad. *


El periodismo suele colocar a quienes lo ejercen ante dilemas de naturaleza ética que obligan a tomar decisiones complejas. Una de las más difíciles se refiere al manejo informativo sobre los asuntos privados de las personas públicas.

En este caso se produce una colisión entre dos principios. Uno es el derecho de los ciudadanos -lectores, oyentes o televidentes- a conocer sobre la vida de, por ejemplo, un político al que le han entregado la potestad de tomar decisiones que afectan su situación actual y su futuro. El otro derecho es el del individuo a que se respete su vida privada y su intimidad.

Varias redacciones deben haber tenido en los últimos días -como ha ocurrido en la de Perú.21 - un debate interno sobre este asunto. Cada medio toma decisiones en este terreno de acuerdo con sus propios criterios.

En este diario creemos que un manejo periodístico maduro y justo debería privilegiar, en general, el derecho de las personas a que se proteja su privacidad, sobre el derecho de los ciudadanos a conocer y a informarse sobre aspectos íntimos.

Los casos de los ciudadanos comunes son más sencillos de resolver. El problema -que a veces da lugar a excepciones- ocurre con las personas públicas, pues hay ciertas situaciones íntimas que sí necesitan una cobertura noticiosa y editorial.

De acuerdo con nuestro criterio, la excepción se debe aplicar solo cuando la información sobre la vida privada de las personas públicas es necesaria para conocer hechos que afectan el interés común. Por ejemplo, cuando un acto íntimo tiene un efecto sobre el presupuesto público, si se vincula a un eventual tráfico de influencias, o cuando un tercero solicita el reconocimiento de un derecho legítimo -como el de la paternidad, tal como sucedió con el ex presidente Alejandro Toledo- que se le está negando de manera injusta.

No son, ciertamente, temas de solución sencilla; la línea es delgada, cada caso es diferente y debe ser analizado de manera exhaustiva. Podemos, incluso, cometer errores, pero esta es, al menos, la manera como Perú.21 busca conducirse en estos asuntos.

Augusto Álvarez Rodrich


Vaya, vaya. Jajaja. Los resaltados, dicho sea de paso, son míos. Los amigos bloggeros no me dejarán engañar: ¿acaso no se rió media blogósfera local cuando Alvarez Rodrich mencionaba el caso Danton sin mencionar el caso Danton? Su gran"dilema ético" ni siquiera merecía tal nombre: no tenía que opinar, sólo informar: "El periodista César Hildebrandt dijo en una columna que el presidente García estaría escondiendo un hijo". Period. Un hijo desconocido del presidente, ¿no es noticia? No, no es noticia: ¡es un notición!¿Qué idea del periodismo tiene este señor? Ah, verdad. El de la "madurez". ¿Era AAR miembro del INC como para invocar valores conservadores, valores que no sólo aplicaba a él, sino a todos sus empleados? No. Era un periodista, un periodista que decidió autocensurarse. Repito, au-to-cen-su-rar-se. El mismo periodista que jode la pita hoy con el caso Quijano, usándolo de caballito de batalla para equiparar a García con Chávez y ponerse como estandarte de la libertad de expresión, libertad que no dejó usar a ninguno de los demás periodistas de su diario. ¿O es que todos pensaron exactamente como él? Ay, Dios.

No tengo nada en contra de AAR (lo leo todos los días, a pesar de su estilo de tecnócarata cuadriculado), pero sí me parece penoso que un personaje del cual yo me reí mucho, me esté ahora dando lecciones sobre la libertad intelecual y la libertad artística, o de qué criterios debería manejar el Gobierno. ¿Qué hay detrás?

* Extraje este texto de la vieja versión del Utero de Marita. Apareció en uno de los comments del post "¿Qué hacemos con Federico Danton?"




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