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Me juré a mí mismo que no lo iría a comentar nunca, pero bueno, lo que escribe Gustavo Faverón en Puente Aéreo sobre el Blog Day de este 31 merece un floro porque es algo así como la opinión en minoría, la opinión antipática, la del Gargamel que odia a los pitufos y busca aguarles la fiesta: "¿qué celebran, bestias?", parece decir.
Y, claro, lo lanza, aunque no mencione nombres, a la Liga de los Superamigos, al entusiasmo del Morsa que aplaude todo lo que venga con upgrades tipo 2.0., 3.0, 3.5; o a Ocram -al que bautizó de "sonsito", seguramente porque ese adjetivo es de mayor calidad que otros- entusiasta también del metabloggismo, quien después de preguntarse "qué es un blog" propondrá, sin duda, la biopsia del post o la hermenéutica del comment.
Pero a Faverón creo que no le falta razón en ciertas cosas: hay un figurettismo desmedido cada vez que algún blogger sale en en los medios escritos. No se ve bien, es un poco lorna. Aunque también fue bien lorna que él mismo se felicitara por ser el primer blogger promocionado en la página de Peru21. En fin. Supongo que el mejor crítico de un grupo de lornas es otro lorna y ese señalamiento es, hasta cierto punto, verdadero: Fantomas se sintió orgullosísimo cuando Uri Ben le citó un parrafazo en La Razón el 27 de julio del año en curso. ¿Será muy jodido que usen tus balas en escopetas que no te pertenecen? Lo pensaré otro día.
También tiene GFP la razón en apuntar la cantidad desmedida de idioteces que hay en la blogósfera, casi tantas, me digo yo, como las que han sido publicadas en forma de libro. Si siguen así, muchachos con mouse, van a ganar. Pero lo que no me quedó clara es esa melancolía por no encontrar, cito, "la huella de una sola lectura seria --jamás la sombra de un libro, nunca el rastro de un buen ensayo, el recuerdo de un debate inteligente." ¿Qué significa "lectura seria"? ¿Qué temas serían los realmente importantes, los ineludibles, los urgentes? No sé, pero sospecho que el cómo hacer pan debería ser para un panadero una teoría realmente necesaria. Una vez me quedé hablando con uno y me sentí mal de mí mismo: nada más grandioso que un pedazo de pan, podría decir Victor Hugo.
Pero la mejor parte, para no desviarme, es la siguiente: cuando GFP llama la atención sobre que el fenómeno blog no es tan novedoso que digamos. Los bloggers viven embelesados en la forma y no en las ideas. ¿Es acaso todo, así, alegremente, una conversación, Morsa? Y si es así, oe, ¿acaso no ha habido conversaciones antes? Y cita a Góngora, Faria de Souza y el Lunarejo y, más interesantemente aún, a "los comentaristas monacales del medioevo y su marginalia". ¡Bingo! Cuando leí sobre ellos también me dije que la dinámica del blog era francamente parecida, y al toque se lo fui a contar a mi chica, y me alegré aún más cuando me enteré que muchos de esos comentarios eran anónimos (!), y que ese anonimato les daba a los lectores de esos ladrillos sagrados una soltura y una libertad de la que no gozaban en sus clases, un posibilidad de joda, de pensamiento chueco, medio subversivo, medio lacroso. ¿Los anónimos como posibilitantes del libre pensamiento? Ay, cómo me duele el filtro de mi blog cuando escribo estas líneas.
En fin. Nada nuevo bajo el sol y todo igual que antes. Con blog o sin blog, con enciclopedistas o ignaros, con metacríticos o metabloggers, con jotitas o sin ellos. Pero eso sí, que paja que todo sea mucho más rápido, sin tanta huevada, altoqueroque, acción-reacción en menos de lo que canta un gallo. Al menos eso me deja más tiempo libre para varios quickies al día.
Y nada más. Aviso: este 31 estaré en Mochileros. Ahí me podrán patear, pero advierto que soy bien mierda cuando peleo.
Ah, y a quien corresponda: este post no es una conversación.