"Nothing. . . Everything. . . Nobody. . . Somebody."

Tuesday, November 20, 2007

Hablemos de pepas


Es la historia de siempre: las empresas farmacéuticas, con tal de hacer negocio, hacen tal campaña de márketing y presionan con tanta fuerza en favor de sus químicos que les doblan el juramento hipocrático a los propios doctores y terminan ofreciendo al público algo que no es 100% confiable. El público no es tan mongo y lo sospecha: pero en el caso de los antidepresivos está dispuesto a asumir ese riesgo con tal de salir del infierno de las nubes negras y del futuro oscuro.

Existen cientos de historias de éxito de gente que alguna vez ingirió pepas para combatir su depresión. Pero por cada cien de estas historias de éxito -es uno de los cálculos- existe una en la que el paciente terminó loqueándose más, se hizo daño y en algunos casos -uno de mil- se mató. De esta funesta estadística se cogen los críticos más ácidos en contra del Prozac, del Zoloft, del Paxil o del Efexor para señalar que algo anda muy mal, que las empresas farmacéuticas ocultan información y que su fórmula simplista de decir que tu depresión se debe a un bajo nivel de serotonina en la chimba es un eslógan sin completo sustento científico.

En esta nota del New York Review Of Books se comentan tres libros que van a la canilla de este problema absolutamente controversial en donde se mezclan la ambición de dinero, las malas prácticas médicas, el exitismo como manía compulsiva de nuestras sociedades y el suicidio como fenómeno, tan viejo como el nacimiento del propio hombre. En el Perú cada vez son más frecuentes las noticias del aumento de depresión en los niños y para la OMS el suicidio es desde hace un tiempo un problema de salud pública. ¿Estamos cagados?

Me da la impresión que por aquí el asunto sigue siendo tabú y eso nos caga aún más. Todavía algunos se burlan de que el presidente tome o se sospeche que tome medicamentos para equilibrar su ánimo. En realidad, cualquier persona que esté medicada ya es vista como un bicho extraño y, del otro lado, no muchos están dispuestos a hablar de sus depresiones, de sus ataques de ansiedad, de su particular inhabilidad para moverse en el mundo real o de sus tratamientos.

Pero al mismo tiempo también muchos hablan de depresión con excesiva facilidad. Muchos no saben distinguir un momento de bajo ánimo con una depresión clínica, y creen que todo cae bajo un mismo paquete. Pero para los que sí han tenido la terrible desgracia de pasar por un período de depresión abominable saben que la cosa no es nada ligera: la desesperanza, la incapacidad de disfrutar los placeres más básicos y las ganas furiosas de autoaniquilarse son un verdadero infierno capaz de hacerte olvidar todo el cariño y la genuina preocupación y empatía que te rodea. Para las personas, digámoslo así, "equilibradas", es imposible imaginar una depresión. Es una de las enfermedades más incomprendidas y, por eso, sufrirla o haberla sufrido es un estigma.

¿La terapia o las pepas? Esta disyuntiva (bueno, ambas también trabajan en conjunto) aún sigue siendo fuerte y ambas tienen profesionales que las respaldan con igual conviccion. Pero ya que el tema es sobre las pepas, es claro que cuando te recetan algunas el proceso es de ensayo y error, de "probar" a ver qué bien te va con el químico y la dosis. Como dije arriba en algunos casos el cambio es tan fuerte como de ir de la noche al día. Pero los efectos en el largo plazo siguen siendo misteriosos, o quizás, siguen siendo ocultados.

En YouTube me crucé con el video de un gran opositor de las pepas: nada menos que Tom Cruise. El seguidor de la cienciología dice conocer la historia de la psiquiatría al dedillo y propone alternativas: vitaminas y ejercicio. No está errado: si estás sufriendo una depresión una de las cosas que los psiquiatras siempre recomiendan es empezar a ejercitarse, además de tus pepitas en la mañana y en la noche.



Y aquí un informe de la BBC al respecto.

3 comments:

Vicky said...

Hace poco estaba comparando algunas fotos del maestro Juan Carlos Onetti y descubrí que en las que pertenecen al tiempo en que vivió por años sin salir de su habitación por causa de la depresión, tiene los ojos más salientes que en las demás, de otros tiempos. Me pregunto si él no estuvo en realidad sufriendo de algún tipo de alteración de la tiroides, que ocasiona un estado de depresión severo y que, entre otras cosas -especialmente en el hipertiroidismo- los ojos se pongan saltonas, como las de él.

Entre las mujeres, existe el peligro desde la niñez a sufrir de tiroides poco antes o poco después de empezar con la menstruación (algunas después del parto) y debido a que afecta los ovarios, los médicos que las atienden por lo general son ginecólogos, que demoran una eternidad en diagnosticar que el mal radica en la glándula tiroidea -no entiendo en verdad por qué debido a que un simple análisis de sangre lo puede arreglar todo. A veces pasan años hasta que logran ser diagnosticadas acertadamente. Hasta entonces, la depresión las afecta y como tú bien dices, es una enfermedad muy incomprendida. Muchos padres las llevan al sicólogo (a la vez que al ginecólogo) y empiezan a medicarles antidepresivos por un lado y medicamentos para tratar los ovarios por otro, dejando a la verdadera enfermedad sin atención.

Una persona que sufre de depresión, aparte de lidiar con los efectos desastrozosos de su enfermedad, debe también lidiar con la incomprensión de la gente. Las personas que sufren de este mal necesitan precisamente de gente que las apoye, que las anime, pero por lo general encuentran desprecio, burla, animadversión; es decir, todo lo contrario. Y si los que la sufren son jóvenes, no es de sorprender que terminen suicidándose.

Soy de la opinión que se debe emplear alternativas diversas al uso de antidepresivos, como actividades al aire libre, uso de colores vivos, ver películas de dibujos animados, comedias, programas cómicos, etc. Pero por supuesto, ésto no lo puede organizar el enfermo, sinó los que lo rodean. Y, al igual que Cruise, pienso que las vitaminas ayudan también.

Sin embargo, las depresiones crónicas que tú indicas, necesitan de ayuda siquiátrica, sin que ésto quiera decir que los que la sufren sean locos. Entonces, pepearse o no pepearse tendrá que ser definitivamente la pregunta a formularse.

Anonymous said...

La mente sobre la materia? puede ser pero en algunos casos si hay desbalance de ciertas sustancias que necesitan ser reguladas con medicamentos

Anonymous said...

Los estándares por los cuales una persona debe medicarse son claros y fáciles de determinar cuando se está en manos de un psiquiatra-terapeuta bein entrenado. No es un "depende ...". Muchos jóvenes dedicados a la poesía y a la literatura en genral piensan que las conductas excéntricas o delirantes que no pueden controlar tienen algo que ver con el genio o el talento; ignoran que los episodios de neurosis e incluso psicosis post adolescente son muy frecuentes. El mal llamado "fuego de la poesía" puede desaparecer tras una acertada medicación; no obstante, dado que la literatura no se corresponde con una experiencia vital delirante sino con la escritura, esta no solo se puede mantener sino mejorar muchísimo con terapia, pues desaparecerían muchas de las conductas manicas que hacen del acto de sentarse a escribir una tortura.