Ayer se confirmó: la revista Caretas -la mejor del Perú todavía- cambia de director. De Enrique Zileri, las cosas pasan ahora a manos del hijo Marco. Por interno, la discusiones y debates sobre el cambio van y vienen, pero no son cosas que seguramente interesen a los bloggeros -aunque sí a los amantes ya no del metaperiodismo, sino del metametaperiodismo.
En cambio, por lo que he podido leer, lo que más ha preocupado a algunos comentaristas es el supuesto "alanismo" del viejo periodista. ¿Verdad, mentira, media verdad, leyenda urbana? El año pasado, según recuerdo, Caretas se la jugó por el Apra en las elecciones presidenciales con un editorial -para la primera vuelta- que a mí me dejó con la boca abierta. Frente a la posibilidad de un triunfo nacionalista, Caretas (o Zileri), planteó las cosas en términos lógicos que de primera impresión me supieron a sofisma puro. ¿Quién puede derrotar a Humala?, se preguntaba Caretas en abril del año pasado. Y a sí misma se respondía lo siguiente:
CARETAS se saca el sombrero ante Lourdes Flores de Unidad Nacional, que ha luchado como una leona en un proceso salpicado de agresiones.
¿Pero puede su candidatura penetrar en los sectores populares donde parece haber prendido Humala?¿Es posible, por otro lado, que presencias tan respetables como las de Valentín Paniagua y Susana Villarán den una sorpresa y desmientan los sondeos?
La posibilidad es francamente remota (aunque, por cierto, gane quien gane, se necesitará sumar fuerzas democráticas para confrontar la segunda vuelta y, sobre todo, el próximo quinquenio).
Ahora bien, Alan García del APRA da la impresión de haber perdido cierta serenidad y dejado de modular con más precisión sus planteamientos sobre “los ricos”, arriesgando espantar a parte del abanico de su potencial electorado.
Pero García, acompañado de la trayectoria de lucha de su partido, parece tener más posibilidades de abatir por el flanco izquierdo el desvarío histórico que encarnaría nuestro Hugo Chávez sin petróleo, el ex ‘Capitán Carlos’ de Madre Mía.
Así que esta vez hay que votar con la cabeza y no botar el corazón en las urnas.
Con la cabeza y no con el corazón, decía, aunque a mí me parecía que el corazón alanista estaba latiendo más fuerte que nunca. Recuerdo que lo discutí con unos amigos, subrayando sobre todo lo que Mariátegui siempre llama el "aprocalipsis" de los ochenta. ¿Era posible tener como presidente nuevamente a uno de los personajes más incompetentes y desatinados de la historia del Perú? Eso desafiaba el sentido común y el más elemental de los instintos de supervivencia. Pero Caretas lo decía: racionalmente, el voto por García era lo indicado. Hace un año me pareció un asco. Hoy creo que no se equivocó en absoluto.
Porque las cosas en la segunda vuelta se aclararon mucho más. La amenaza de Humala -en efecto, el tipo era y es una amenaza y me gustaría que piensen que mierda hubiese hecho Humala con el Perú a lo largo de todo este año, hagan ese ejercicio de la imaginación y luego pellízquense- era real, tangible, se olía en el ambiente, no era una predicción alucinada y remota de esas a las que a Tafur le encantaba soltar cuando estaba en La Primera, como relamiéndose en el miedo o mostrando su lado calculadoramente tanático. Humala estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Tan mal asesorada estaba la Flores -mi voto en primera- que seguramente los nacionalistas la irían a hacer picadillo soliviantando los resentimientos más jodidos de gran parte del Perú.
Sin duda, García era el único que podía derrotarlo. Y los pico a pico con Chávez me terminaron de convencer. Caretas hizo también lo suyo sacando otro editorial, más claro aún, llamado "No suicidarse", previo a la segunda vuelta:
Hay varias formas de pegarse un tiro en una encrucijada histórica como ésta: votar en blanco, viciar el voto, irse de paseo o sufragar mal.
Sin embargo, algunos de esos 2.6 millones de ciudadanos de derecha o de izquierda cuyos candidatos se quedaron en la primera vuelta, aun ahora, exquisitos como son, creen resguardar convicciones sacrosantas absteniéndose de elegir al "menos malo" en la segunda.
Con esa actitud están jugando a la ruleta rusa y promoviendo un mal peor.
Clap, clap. Exactamente lo mismo pensé y sigo pensando yo. Voto en blanco: ¿qué clase de idiotez autojustificatoria es esa? ¡Carajo, electores, tienen que tomar una decisión, déjense de huevadas! Cada vez que pienso que el Perú se pudo haber ido a la mierda de una vez y por todas porque algunas personas no pudieron soportar la presión de una decisión escondiéndose en la mariconada del "no me quiero ensuciar las manos" se me pone la piel de gallina. ¿Es que no escucharon que Humala quería "refundar el Perú"? Por dios, no sé para que chucha leen algunos.
En fin. García ganó por un pelo y, visto en perspectiva, Caretas o Zileri no se equivocaron. Aquí no hubo alanismo, sino un gran ojo político.
Aún así la pregunta sigue en pie. Zileri, ¿alanista o no?
La mejor respuesta a esta pregunta la da Gustavo Gorriti en su libro La calavera en negro (2006) sobre ese narcotraficante tan extravagante llamado Carlos Langberg que, a inicios de los ochenta, comenzó a tener cada vez más presencia e influencia en el APRA. Todo el caso Langberg, revelado en la revista, sirvió para una purga en el partido y, en una carambola providencial, estrenar como figura política al jovencísimo Alan García. Cuenta Gorriti:
Aunque se nos había tildado de antiapristas, ciertamente no lo éramos en Caretas. Hicimos durante los meses de la investigación el esfuerzo por distinguir las complicidades o complacencias de los individuos, aunque tuvieran los cargos más importantes, y diferenciarlos del partido en sí.
Tampoco éramos filoapristas. Menos mal. Se supone que un medio de prensa debe defender ciertas lealtades básicas: el sistema democrático, los derechos humanos, la honestidad pública, el buen gobierno; y mantener una básica imparcialidad respecto de los partidos políticos.
Pero Alan García se iba revelando, en su nueva esteralidad política, como un seductor nato, el Casanova de las masas. En grupos pequeños también resultaba un conversador inteligente, rápido, a veces fascinante. En la etología de aproximación de grupos extraños, diversas antropologías se acercaron, se olfatearon y salieron contentos y hasta encantados. En lugar de encontrar a un búfalo con medias blancas y palillo de dientes, vieron a una persona inteligente, cosmopolita, con oído fino para el matiz y la ironía. En cada cena un nuevo grupo de contertulios salía encantado con García y sintiendo, por extensión, que estos chicos del Apra eran realmente un conjunto simpático y variado, y no la secta vertical, intolerante, intelectual y espiritualmente encajonada que muchos prejuzgaban y aún temían.
Zileri, fue, me temo, una de las personas más fascinadas por ese joven líder que con tanta energía carismática emergía a la arena política. ¿Cómo pasó eso? Me temo que yo fui en parte responsable de que suceda.
Mi amigo, el psicólogo Roberto Lerner, organizó una cena en su casa en octubre de 1984, a la que fueron, entre otros invitados tanto García como Zileri. Yo transmití la invitación a Zileri y estuve ahí. García llegó algo tarde, con su esposa Pilar. Para Caretas, era la primera reunión social con un dirigente aprista importante, desde aquella que hubo con Villanueva en la víspera de salir con el caso Langberg.
La cena en lo de Lerner duró hasta cerca de las tres de la mañana. García acababa de regresar de un viaje a Corea del Norte y su relato del encuentro con la idea Zuché fue muy divertido. Dominó la conversación pero nadie lo resintió. Por lo contrario, nos pareció a todos inteligente, versátil y entretenido. Creo que especialmente a Zileri. ¿Vi yo algún signo de alarma? Nada importante. Cuando le pregunté algo sobre el caso Langberg, me contestó, como bromeando, que la pregunta era "capciosa"; y luego vi que tomaba el vino con el meñique levantado. Entiendo que el meñique eventualmente descendió, lo cual revela una capacidad de aprendizaje que otros analistas ya han apuntado.
Todos salimos de la reunión muy contentos con García, y creo que García muy contento con la reunión. Me parece que no le tomó ni un minuto percatarse de que Zileri era en el fondo un adolescente perpetuo, con la energía, la capacidad de entusiasmo y camaradería propia de esa etapa, y estableció pronto ese tipo de amistad: informal, cordial, directa, bromista y con entrega de confianza.
¿Qué periodista no quiere acceso así con, primero, el candidato favorito y después el presidente de la República? El problema es la pregunta inversa: ¿qué presidente no quiere un acceso así con el director de uno de los medios más influyentes? Y el otro problema es que entre adolescentes, sean precoces, puntuales o tardíos, la amistad y sus lealtades es lo más importante. Claro que Zileri -gran periodista antes que nada- no dejó de criticar a García cuando fue indispensable hacerlo, pero aun entonces se sentía la tensión del amigo forzado a criticar a quien te ha dado su amistad y confianza.
Esa amistad le hizo bien a García, pero no a Caretas. Me imagino que Zileri no estará de acuerdo con lo que digo, pero en este asunto creo que, entre los veteranos de la revista, su director está en minoría absoluta. Pocas cosas tan nobles en la vida como la amistad y la lealtad a ella, pero me temo que esa nobleza puede convertirse en peligro cuando se introduce en la relación entre la prensa y el poder. (pág. 176-178)
Interesante pasaje. Pero bueno, pase lo que pase, esperemos que Caretas siga siendo esa revista por la que me dejo influir todas las semanas.
11 comments:
Susanita Villaran voto en blanco, asi lo dijo en una entrevista en TV antes de la segunda vuelta. Ay Susy, que esto que eres.
tío, te dejé una respuesta en mi blog.
Media verdad? TREMENDA COMPLETAZA si cuando gano Toledo el tio no lo podia creer hasta que se asegurara el computo ... pero aparte de eso su simpatia al regimen actual no le hace perder la objetividad mas de la cuenta
chato H
Cultura por los suelos
Hace pocas horas, el director de la Biblioteca Nacional, Hugo Neira, dijo que la cantidad de “50 mil libros” saqueados por la soldadesca chilena en 1881 “era un invento de poetas borrachines que se reunieron en el Huáscar”.
Pobre hombre. No sabe que la cifra es histórica y no viene de la arbitrariedad sino de las memorias escritas de don Ricardo Palma (consultables en uno de los estantes del edificio que administra Neira) y de las cartas que el tradicionista le escribió al escondido Presidente don Nicolás de Piérola a lo largo de todo el año de 1881 (hay una edición por Editorial Milla Batres de 1964 y otra, de la misma procedencia, lanzada en 1979). La cita textual de una de sus cartas, como se reseñó en esta misma columna,
es la siguiente: “Exceden de cuarenta y cinco mil tomos los que nos han robado”. Y Palma, que era subdirector de la Biblioteca en el momento del saqueo, confirma y aumenta esa cifra cuando, en 1884, entra al recinto y descubre que los chilenos no han dejado 3,000 volúmenes sino sólo setecientos. Con lo que la cifra se eleva a más de 47,000. Pero esos 700 libros no es que fueran respetados.
Middendorf –peruanista de corazón pero observador frío de la guerra– describe así lo que pudo ver después de que las mulas acarrearan el pillaje rumbo al puerto del Callao:
“Las salas, tan bien arregladas antes, parecía que hubiesen albergado a criaturas de las divinas Euménides. Los armarios y los estantes estaban vacíos y dondequiera, desparramados por el suelo, se veían montones de libros medio destrozados. Los soldados los vendían a los pulperos y estos durante semanas envolvían los paquetes en hojas arrancadas de los infolios de los Padres de la Iglesia”.
Hay que añadir que Middendorf era un lector asiduo de la Biblioteca Nacional, a tal punto que, durante las primeras semanas de ocupación y gracias a gestiones del embajador alemán en Lima, pudo seguir haciendo consultas en ella. Middendorf menciona la cifra de 60,000 libros los que la institución albergaba. Posiblemente exageró un tanto.
¿Cómo puede desconocer esto el actual director de la Biblioteca Nacional? ¿Con qué derecho habla de “poetas borrachines” que magnifican agravios? ¿Y por qué no hablar de directores de Biblioteca sencillamente ignorantes?
Pero lo más sorprendente es que ninguno de nuestros intelectuales de postín sale a decir algo: un poquito de verdad, una pizca de aclare, una rayita de dignidad y memoria. ¿No hay un Malraux andino por allí? Si Benda habló de la traición de los intelectuales, en esta república del silencio que es el Perú habría que hablar de la deserción de los intelectuales. ¡Neira difama a Palma como heredero indebido de la Biblioteca que el escritor reconstruyó y ningún patricio de las letras dice nada!
Aun admitiendo que la discusión sobre el saqueo y la devolución tenga algo de anacrónica, ante la injuria de borrachín de Neira ¿no es dable, por parte de los cultos, el prurito de la precisión?
Ya nada parece importarle a la llamada “esfera cultural” peruana. Hace unos meses, José Miguel Oviedo, el deslumbrante crítico de los años 60, admitió que tal libro estaba plagado de imperfecciones y ripio pero que, en fin, así era el tal escritor y había que admitirlo. ¡Como si hubiese convertido la crítica en mermelada académica!
Y todos saben qué charco de sinvergüencería deja el rastro del Alfredo Bryce articulista. Todos menos Julio Ortega, otro crítico literario de relumbrón internacional que lo único que ha hecho al respecto es aplaudir a Bryce, elogiar el plagio como arte navajero y demostrar que el cinismo es el ismo de buena parte de la tribu intelectual peruana.
Para no hablar de Gustavo Faverón, el joven prodigio de la crítica literaria, un hombre talentoso, sin duda, pero capaz de escribirle a un adversario intelectual el siguiente correo electrónico, fechado en febrero del 2006:
“¿Por qué tienes esa peculiar fijación con mi vida sexual, Payasito?
¿Todavía te queda el trauma de tu tirada callejera con un flete en la televisión?
¿Es ese rochecito el que te ha vuelto loco?...
Anda, pues, diviértete: si te levantas a algún otro muchachito que sea a puertas cerradas…”
Lo asombroso es que Faverón envió esas líneas indignas desde su cuenta de correos del Bowdoin College, la afamada institución universitaria de Maine donde prestaba servicios al momento de redactarlas.
Y lo increíble es que el adversario no había hablado para nada de la “vida sexual” sino de la “vida social” del señor Faverón. Todo indica que una intervención del inconsciente lo hizo enfurecer hasta mostrar la chaira lumpen que brilló más que su ingenio.
¿Estos son los embajadores de la cultura peruana? A veces pienso que Sendero derrotó al Perú y que impuso, al final, en general, en la tele y en la cultura, en el periodismo y en el empresariado, en la crítica teatral y literaria –con las excepciones escuálidas del caso– los métodos brutales del sálvese-quien-pueda.
Cuando Romualdo y Vargas Llosa se peleaban, salían chispas y el ambiente se electrizaba.
Hoy, a la cultura peruana parece que le hubieran cortado la luz.
Acaso el pais esta mejor con alan? cuando diablos el peru ha estado bien? me sorprende que digan que con humala se iba a ir a la mierda, si este pais ya se fue a la mierda hace siglos!! Asi que al final el voto viciado por lo menos me parece consecuente: no voy a poner al pais peor de lo que esta, y yo no voy a claudicar de mis principios votando por ASESINOS (alan o humala).
Que yo sepa Ecuador y Bolivia están mejor que Perú ahora mismo. Con Humala en el poder, ahora estaríamos hablando de la versión chola del Pacto de Varsovia y del crecimiento vertiginoso de la emigración peruana a Chile.... por hablar de las cosas buenas. Juzgue usted mismo las cosas malas: ¿Abugattas de ministro de educación dirigiendo en persona los cursillos de educación premilitar en los colegios?
oye fantomas eras tonto o te haces. "Caretas sigue siendo la mejor revista del Perú" ¿cuál otra hay en su género? ¿con cuál compite? Y el bodrio en que se ha convertido merece que le digas la mejor. Ubicate y no transmitas tu ignorancia. Busca en la web lo que son revistas si es que no conoces revistas de verdad.
Caretas, solamente vale por su penúltima página. Lo demás es: "Alan es genio, Alan es inocente, bla bla bla". Por eso seguramente están cambiando de director, lo más probable es que nadie compre esa revista echadaza.
He buscado esa columna de Hildebrandt en la página de la primera pero no la encuentro. ¿Dónde está?
A propósito de Caretas:
http://www.betoortiz.com/index.php?option=com_rsgallery2&Itemid=79&page=inline&id=260&catid=26&limitstart=26
http://www.betoortiz.com/index.php?option=com_rsgallery2&Itemid=79&page=inline&id=255&catid=26&limitstart=21
A propósito de Caretas:
http://www.betoortiz.com/index.php?option=com_rsgallery2&Itemid=79&page=inline&id=260&catid=26&limitstart=26
http://www.betoortiz.com/index.php?option=com_rsgallery2&Itemid=79&page=inline&id=255&catid=26&limitstart=21
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